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viernes, 10 de febrero de 2017
CERVEZAS POR ALEMANIA (III): MUNICH
En Munich la oferta es amplia, destacando las tradicionales fábricas de conocidas marcas bávaras con su restaurante incluido.
La que más me gustó por su cerveza y comida fue el SCHNEIDER WEISSE, en la calle Tal, 7. Tienen toda su gama de deliciosas cervezas de trigo en barril. Lo que me sorprendió fue la comida que fue muy buena, una de las mejores del viaje. Pedí una carne de cerdo y chucrut regados con salsa una deliciosa hecha con la TAP 6.
Para beber me hice una TAP 7, la original de fábrica y elaborada según la receta de 1872. Para cualquier aficionado a las cervezas de trigo este es un lugar indispensable en Munich.
Casualmente, justo enfrente del hotel se encontraba la fábrica de AUGUSTINER, en Landsberger strasse, 35.
Un lujo despertar con la fábrica de Augustiner enfrente.
Se trata de la "grande" por llamarla de una manera, no confundir con otro restaurante más centrico que tienen en Neuhauser Strasse, 27. Hay otros establecimientos de la marca en Munich pero creo que estos son los más conocidos.
Mi visita allí fue agridulce. A nivel de experiencia cervecera fue excelente pero no he decir lo mismo del trato y de la comida.
Fui yo solo a cenar, mi mujer prefirió quedarse en el hotel ya que el día había sido muy cansado y hacía bastante frío. Al entrar me senté en el extremo de una mesa larga con dos chicos a mi lado y un hombre lugareño vestido de manera bastante tradicional alemana, pantalones de pana con tirantes sobre una camisa de cuatros y un sombrero. Tenía una jarra de un litro de la AUGUSTINER HELL mediada delante de él. Empezábamos bien. Lo malo es que el pobre hombre no hablaba nada de inglés, y yo tampoco alemán, pero a lo largo de la cena se pudo establecer algo de comunicación. Entre otras cosas, no se explicaba qué hacía yo allí, un español en diciembre cenando allí solo. Pero al enseñarle mi anillo y señalar el hotel de enfrente entendió un poco mejor. Pedí medio litro de AUGUSTINER HELL y ya acompañando la cena otro medio de AUGUSTINER EDELSTOFF, ambas servidas por gravedad en barril. Una auténtica gozada disfrutarlas en un ambiente como el que se respira en esa fábrica.
Ante mi pregunta al compañero de cena de cual prefería él dijo que la HELL, que la EDELSTOFF no la pediría. Me llamó la atención ese grado de purismo, el ser de una cerveza y no plantearse pedir una diferente aunque sea de la misma marca. Me resultó gracioso y eso hizo que el personaje me pareciera más entrañable aún.
Una chica con rasgos orientales se sentó sola más alla de los dos chicos que teníamos al lado, y sin quitarse sus auriculares pidió un plato de comida y una jarra de un litro de la HELL ante lo que mi nuevo amigo levantó la jarra en señal de admiración y aprobación. A unos metros un grupo de chicos armaba barullo y cuando alguno de ellos se subía depie en la silla este hombre les lanzaba un grito. Estos momentos fueron impagables, es uno de los personajes cerveceros más auténticos y entrañables que he conocido.
La otra parte es la comida. He de decir que no me gustó lo que comí allí. Carne de vacuno con patata cocida y verduras picadas para acompañar. La vaca debía estar apunto de jubilar porque ese nivel de dureza de suela de zapato sólo se consigue con el paso de los años. Las patatas sosísimas y quizá algo viejas y la zanahoria a taquitos prácticamente cruda. Un suplicio acabarme el plato. Al menos tenía la cerveza para ir tragando.
A la hora de pagar, la camarera jovencita que me había ido trayendo las cosas me cobró, sobrando 20 centimos, que yo le habría dejado como vuelta al darmelos ella. Pero al no dármelos, hacerse la loca e irse rápidamente le inquirí y se giró de mala manera diciendome que no tenía monedas de 20 centimos, y le dije que si se lo decía a otra camarera o que qué hacía. Se fue cabreada, así que esperé a ver qué pasaba. Ya no por el importe sino porque no veo que sea un trato bueno a un cliente. Tardó sus buenos 10 minutos, pero yo ultimaba mi EDELSTOFF, y al venir a la mesa dió un golpe en la madera otra vez con malas formas dejando al descubierto 20 monedas de un centimo que había recolectado con toda la intención. Mi amigo lugareño y yo sonreímos ante la comedia y nos despedimos.
Cerveza excelente pero comida y trato malo, al menos esa es mi experiencia. Estoy convencido que ese trato es solo de esa camarera y no de ninguno más pero ella es la que me tocó a mí y así lo cuento.
También hubo tiempo para comprar unas botellitas para traer a casa, así que me dirigí a GETRÄNKE OASE, en Gabelsbergerstraße 54, algo así como LA BOUTIQUE DE LA CERVEZA o BEERS AND TRAVELS pero en Munich.
Su oferta tiene como predominancia cervezas alemanas pero también tienen importadas, inglesas, americanas, etc. Mi busqueda se centró en cervezas navideñas alemanas que no podría encontrar en España. Cogí algunas reliquias pero no pude llevarme lo que quería ya que no tenía efectivo suficiente y pese a tener datáfono me dijo que era sólo para tarjetas alemanas. ¿? En pocas horas debíamos coger el avión de vuelta y ya no me quedaban euros por malos cálculos anteriores pero confiaba en que cobraran con tarjeta. No fue así pero al menos pude coger algunas botellas.
Como curiosidad, es sorprendente la oferta de cerveza que hay en los supermercados. Por ejemplo, en un REWE de al lado de Marienplatz en Munich encontré incluso MIKKELLER, FIRESTONE, etc.
Y en otros REWE y en el Landbierparadies fui comprando navideñas alemanas que iba disfrutando en los hoteles y apartamento donde nos estuvimos alojando. Aquí van:
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Me quedo con la experiencia del viejete compartiendo mesa y disfrutando ambas partes de una buena cerveza. A mi me ha pasado varias veces en alguno de mis viajes y esos momentos son impagables.
ResponderEliminarUn saludo
Es lo bueno de visitar sitios y ciudades diferentes, ves y conoces gente que de alguna manera te hace aprender o simplemente pasar un buen rato. Una búsqueda de experiencias constante.
EliminarSaludos!
A finales del pasado ano visite Munich, he de recomendar Paulaner Bräuhaus en la calle Kapuzinerplat.
ResponderEliminarAlli pude degustar la tipica Paulaner con un codillo que tenia la piel tostada que estaba de muerte.
Ya aproveche para comprar una jarra Paulaner.
Y si el ambiente me encanto, eso de compartir las grandes mesas de madera con otras personas bebiendo cerveza en grandes cantidades fue una experiencia que sin ninguna duda volvere a repetir.
Es una costumbre muy europea, y dan a los sitios cerveceros un toque de autenticidad. De alguna manera se acentúa el carácter social de la cerveza.
EliminarSaludos!
Qué bien, éstas me las apunto por si algún día aparezco por tierras teutonas. Qué viajazo te has pegao! ;P
ResponderEliminarSi te sirven de algo las experiencias sería estupendo. Espero que disfrutes mucho si vas y lo compartas para leerte.
EliminarUn saludo!